En los estudios “Españoles ante la Nueva Movilidad” venimos analizamos cómo nos movemos, tendencias en intención de compra de vehículos, elementos que influyen o factores que condicionan su elección, influencia de la tecnología y/o conectividad, impacto de las RRSS o Youtube en el sector, castigo al diésel o premios a los no contaminantes, cómo aceptamos las restricciones o pérdida de privilegios del coche, etc. Además, los resultados anteriores los hemos comparado por edades, sexo, población, actividad, posesión de permiso de conducir, etc., y también los hemos comparado con los resultados de los estudios que realizamos en 2016 y 2017.

El resultado del cóctel de datos descritos nos muestran unos resultados que, en su mayoría, se muestran alineados con otros estudios y con los grandes titulares de prensa. Algunas conclusiones reafirman, otra sorprenden y otras preocupan, y son estas últimas las que me llevan a trasladar algunas reflexiones y consideraciones que creo de interés y de vital importancia.

Pulsar la opinión ciudadana sobre temas sensibles representa al canario en una mina de carbón y deberían servir como timbre de alerta para reconducir políticas públicas y sus estrategias de aplicación. Pero lo anterior también sirve, o debería servir, para identificar roles de responsabilidad y provocar reflexiones personales que nos sirvan de guía y soporte para construir una realidad mejor que la que vivimos.

Cuando me piden consejo sobre qué coche comprar, mi respuesta es siempre la misma: “elige el coche que menos contamine y que tenga el mayor número de siglas posibles, … y si tiene 4 ruedas mejor”. Las siglas seguro que describen sistemas que pueden compensar nuestra falta de destreza o atención al volante, corregir excesos en los giros de volantes, frenadas o aceleración, permiten recibir alertas cuando nos desviamos del carril o podemos impactar con una persona u otro vehículo que no hemos visto, incluso pueden avisarnos de que estamos entrando en fase peligrosa de somnolencia o ponernos en aviso de que algo no marcha bien en nuestro vehículo.

Pasando a las dos ruedas, en la intención de compra de moto, los elementos de seguridad vial ocupan el lugar 7 (de una muestra de 10) y a más de 20 puntos de factores determinantes de precio y consumo. Si en cuatro ruedas los sistemas de ayuda a la conducción se muestran como efectivo escudo salvavidas, en dos ruedas aumentan su importancia. No podemos olvidar que el riesgo de morir en una moto es al menos 17 veces mayor que el coche. El dato anterior hace que disponer de muchas siglas en la moto aumenten su vital importancia y describen que podemos contar con ventajas como control de tracción y aceleración, ABS mejorado, frenada combinada de ambas ruedas, antibloqueo de rueda trasera en reducciones de marcha, suspensiones automáticas y mapa motor que se adapta a las exigencias de faltas de adherencia o condiciones extremas, estabilizadores de dirección, alertas de carril, etc.

Renunciar, o mostrar interés escaso, a las ayudas a la conducción descritas sólo demuestran las carencias de nuestra pobre educación vial, y nuestro estudio así lo refleja, mostrando una clara tendencia a la baja de los elementos de seguridad vial como factor influyente en la intención de compra. El factor humano, como desencadenante del 90% de los siniestros viales, no debe perder la batalla frente a los deslumbrantes avances de la conectividad o de los progresos del coche autónomo. Vivimos con demasiado entusiasmo la ilusión del futuro, y esa pasión nos está haciendo caer el craso error de no gestionar la realidad que más víctimas sanas se está cobrando en España. Lo que siempre oímos, en boca de todos, sobre más educación y formación vial tiene que transformarse en hechos que nos permita revertir la tendencia creciente de los accidentes de tráfico. Tampoco estaría de más el que, además de crear la sensación de necesidad, los elementos de seguridad activa y pasiva de última generación dejen de pertenecer al mercado del lujo y se bonifiquen, o al menos no se graven con impuestos.

Otro tirón de orejas que nos ofrece el estudio, es el relacionado con tirar balones fuera cuando se trata de establecer la responsabilidad en temas de contaminación, 1 de cada 3 encuestados descarga sobre los fabricantes o la administración obviando su responsabilidad. Somos parte importante del problema y por tanto también de su solución. El no utilizar el coche con responsabilidad, evitando desplazamientos que bien podemos realizar andando, en bici o en transporte público, motivan la vergüenza de que se tengan que legislar restricciones de su uso. Debería salir de nosotros dejar de contaminar de forma absurda y debemos asumir que nuestras ciudades necesitan estar libres de humos tóxicos que están provocando perjuicios que afectan a nuestra calidad y cantidad de vida (30.000 muertes prematuras al año podrían evitarse en España). Y sí, se trata de un problema urgente que resolver, y no como opinan un preocupante 40% de nuestros encuestados que contestan que es un problema, pero no urgente o que los vehículos no son la principal fuente de contaminación. Una vez más la pedagogía pública está fallando y preocupa el cabildeo de los lobbies empeñados en minusvalorar o ningunear el problema.

Nuestra pereza o falta de motivación hace que también descuidemos el mantenimiento más simple de los elementos que contaminan. El IDAE, por ejemplo, nos recuerda que un turismo medio en uso metropolitano y con una presión  de inflado de 0,4 bares menor que la aconsejada por el fabricante  puede dar lugar a un aumento del consumo del orden de 30 litros al año (o lo que es lo mismo unos 80 kg de C02), y una reducción de  la vida útil  del neumático de hasta ocho meses (los neumáticos representan un grave problema ambiental en su fabricación y al final de su vida útil). Como siempre, pequeños gestos y hábitos sencillos contribuyen a los grandes cambios, sólo hemos de estar concienciados y suficientemente motivados.

Como resumen de lo anterior, “si lo que más nos mata, o más puede salvarnos, no figura entre nuestras preocupaciones y prioridades tenemos un problema serio que resolver”. Y ese problema tiene que ser de preferente agenda política, administrativa, empresarial y social. ¿Y la solución?, alguien tiene que liderar el cambio, pero no volvamos a caer en el error, ese alguien eres tú, y yo, y ella, y todos y todas, la responsabilidad y el compromiso compartido son las únicas recetas que funcionan y consiguen los grandes cambios.

¡Pongámonos a ello!

 

 

 

 

 

 

 

Por Francisco Paz, Gerente de Movilidad y Formación de PONS Seguridad Vial