La seguridad vial urbana tiene un nombre: los vulnerables. Son los peatones, los ciclistas y los motociclistas. En el año 2016 fallecieron en nuestras calles 516 personas. De ellas, el 80,15% pertenecían a ese colectivo. Los fallecidos bajo el » caparazón» de un automóvil representaron el 20% de los fallecidos. Parece evidente que si pretendemos avanzar en la reducción de la siniestralidad las medidas deberán ir principalmente enfocadas a este colectivo.

¿Y cuáles? Pues todos los estudios concluyen en lo mismo: la «pacificación» del tráfico. Cuando un vulnerable es atropellado las posibilidades de fallecer son solo del 10% con velocidad inferior a 30 km/h. Dicho de otro modo, una velocidad general de circulación tendrá un impacto automático en la reducción de la siniestralidad. Para los que dicen que todo se «colapsará» , recordar que la velocidad media de circulación en ciudad no supera hoy los 20 km/h. No parece por tanto que «pacificar» algo el tráfico (establecer el límite 30 en determinadas calles-barrio) vaya a influir negativamente en la movilidad. Si supone, en cambio, que el vulnerable comience a tener un «airbag general» que salve vidas.

Columna de opinión original publicada en la página 57 de la revista AUTOPISTA Nº3054

Ramón Ledesma
Asesor de PONS Seguridad Vial